Este pasado otoño estuve, a la caída de la tarde, en uno de los lugares más mágicos en los que nunca hubiera estado antes. Se trata del Castañar del Tiemblo en la provincia de Ávila y forma parte de la Ruta de los Bosques Mágicos del Valles de Iruelas, en la zona de Gredos. Tomé unas fotos de lugares que me sorprendían a cada paso que daba y que puedes ver en este post si lo sigues leyendo.
En las zonas umbrías el aire frío te cortaba la cara y las manos, pero le daban más atracción a este lugar solitario y mágico.
A contraluz los verticales y desnudos troncos del bosque se juntaban bien prietos para resistir los vientos invernales.
Como arcoíris formados por la luz del atardecer y las sombras del bosque el espectáculo multicolor era completo.
La Naturaleza usaba el sol para hacer su particular juego de luces y de sombras.
Sombras rectilíneas proyectadas por el sol sobre los altos troncos marcaban la senda a seguir como carriles luminiscentes.
Como si de una cama de hojas se tratara ganas me daban de tumbarme para disfrutar del espectáculo mirando hacia las copas de los árboles.
Los tonos amarillos se despertaban arropados por los naranjas de las hojas aun sin caer.
Restos de centenarios castaños abrigaban a pequeños habitantes del bosque y me hacían denotar la antigüedad del mismo.
Los imponentes castaños, melojos y otras especias arborícolas, individualistas, con o sin hojas, perfilaban sus siluetas como individuos independientes mostrando su gran belleza.
Esta vez son los amarillos y no ocres los colores que cubrían sus crestas como coronas de reyes del bosque.
El bosque se espesaba en algunas zonas y se convertía en algo misterioso. Parecía que si entraras en esta empalizada natural no sabrías cómo salir.
Los árboles presentaban adornos de diferentes colores ocres o amarillos en función de su especie no permitiendo que mis ojos se acostumbraran siempre al mismo tipo de colorido.
Gracias!!!
La espesura impenetrable del boscaje me hacía imposible atravesar ciertos tramos.
Como un centro floral realizado por el más expertos de los floristas, la Naturaleza se las arreglaba para hacerme un regalo con todos los tonos del rojo al amarillo, pasando por el naranja y el ocre.
Afortunadamente, los pinares circundantes siguen abrigando y refugiando este precioso castañar rodeándole para que dure una eternidad
Si te ha gustado este post te invito a que disfrutes de los otros posts de este Blog en el que verás otros bosques en otoño.
Gracias!!!
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